El Fracaso De La Guerra Contra Las Drogas – Un Resumen
Cuando inició la Guerra contra las Drogas en 1971, el presidente Nixon afirmó que el abuso de drogas era el "enemigo público número uno". Desde entonces, se ha librado esta guerra que, según muchos, cada vez es menos efectiva. ¿Cómo se convirtió la Guerra contra las Drogas en una causa tan inútil? ¿Y cuánto daño ha causado en el mundo?
Para entender las repercusiones (y el fracaso) de la Guerra contra las Drogas, es esencial entender cómo ha cambiado la relación de EE.UU. con las sustancias psicotrópicas. Para ello, resulta útil dividir la historia en dos etapas: antes de la I Guerra Mundial y después de la I Guerra Mundial.
Muchas tribus indígenas americanas establecieron relaciones sagradas con plantas nativas, incluyendo drogas psicotrópicas como el cannabis, el peyote y las setas. Estas plantas tenían (y siguen teniendo) roles significativos en ceremonias sociales y espirituales, así como en la vida cotidiana.
Tras la colonización, y a lo largo del siglo XIX, hubo una actitud liberal hacia las drogas. Mientras las sustancias como el opio se usaban con fines recreativos, la heroína se usaba para tratar problemas respiratorios, la cocaína era un ingrediente natural de la Coca-Cola, y la morfina era frecuentemente recetada por los médicos para aliviar el dolor.
DE LA TRIBUTACIÓN A LA PROHIBICIÓN
La segunda etapa de la historia de EE.UU. con las drogas no tiene tanto que ver con la I Guerra Mundial, sino más bien con el movimiento por la abstinencia y la prohibición.
A principios del siglo XX, los estados empezaron a aplicar impuestos sobre las drogas o a restringir su uso a fines médicos. Así, aunque Ley de Exclusión del Opio de 1909 prohibía fumar opio, seguía estando disponible para fines medicinales.
En 1914, el Congreso introdujo la Ley de Harrison para regular y aplicar impuestos a la producción, importación y distribución de cocaína y opiáceos. Poco después, en 1917, se prohibió el alcohol cuando el Congreso aprobó la 18ª Enmienda y la Ley Nacional de Prohibición (también llamada Ley Volstead).
LA LEY DE IMPUESTOS A LA MARIHUANA
De 1917 a 1933, se impuso estrictamente la prohibición y se fomentó un desprecio moral y religioso hacia las drogas. Esta situación se agravó porque muchos soldados que volvían de la I Guerra Mundial recibían morfina para tratar sus heridas, lo que provocó un gran aumento en las adicciones.
La creación de la Oficina Federal de Narcóticos en 1930 y la Ley Estatal Uniforme de Drogas Narcóticas introdujeron nuevos intentos de regular y gravar el consumo indebido de narcóticos, supuestamente para ayudar a combatir la adicción. Esto se reforzó con la primera ley estadounidense sobre cannabis, creada en 1937. La “Ley del Impuesto a la Marihuana" aplicó un impuesto a la venta de cáñamo y marihuana, sin penalizar la posesión o el consumo de marihuana.
Entonces, ¿cómo pasó Estados Unidos de tener una legislación sobre drogas relativamente relajada al panorama actual de leyes opresivas y punitivas? Este cambio tiene un único culpable: el presidente Richard Nixon.
LAS OSCURAS RAZONES TRAS LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS
Nixon fue nombrado presidente en 1969, cuando EE.UU. se encontraba en plena guerra de Vietnam. El país seguía consternado por el asesinato de J.F. Kennedy en 1963 y el asesinato de su hermano Robert en 1968. En general, fue un período de malestar social en Estados Unidos.
Nixon había ganado las elecciones por un margen bastante estrecho y se presentaba de nuevo para ser reelegido en 1972. En 1971, Nixon presentó el problema de la drogadicción como una emergencia nacional. Al plantear el tema como una "Guerra" contra las drogas, podía pedir 84 millones de dólares para aplicar "medidas de emergencia". Pero la verdad es que la Guerra contra las Drogas iba mucho más allá de luchar contra la adicción.
De hecho, la usaron como herramienta política. El consumo recreativo de drogas era especialmente popular entre dos grupos demográficos concretos: los negros y la gente de izquierdas contraria a la guerra. Ninguno de estos grupos sociales estaba a favor de Nixon como presidente, por lo que la Guerra contra las Drogas permitió a Nixon castigar a sus enemigos políticos, mientras trataba de desacreditarlos.
Y esto no es ninguna teoría conspiratoria. En una entrevista de 1994 con el periodista Dan Baum, el jefe de política interna de Nixon, John Ehrlichman, expresó claramente por qué el gobierno necesitaba la tapadera de la Guerra contra las Drogas.
“Sabíamos que no podíamos ilegalizar ser contrario a la guerra ni ser negro, pero haciendo que el público asociara a los hippies con la marihuana y a los negros con la heroína, y penalizando fuertemente a ambos, podríamos desbaratar estas comunidades. Podríamos detener a sus líderes, asaltar sus hogares, interrumpir sus reuniones, y denigrarlos noche tras noche en las noticias. ¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Por supuesto que lo sabíamos”.
¿Sabíamos que estábamos mintiendo sobre las drogas? Por supuesto que lo sabíamos”.
¿Cuál fue el resultado? En 1972, Nixon ganó las elecciones de forma aplastante.
MEDIDAS PARA CONTROLAR EL CONSUMO Y TRÁFICO DE DROGAS
La política de Nixon sobre drogas introdujo leyes estrictas, castigos severos para el consumo recreativo y la creación de fuerzas del orden especializadas. Esto no solo marcó la pauta para la política de drogas en Estados Unidos, sino también para la forma en que EE.UU. influiría en países extranjeros.
POLÍTICAS ANTIDROGAS EN LOS ESTADOS UNIDOS
La Ley de Sustancias Controladas entró en vigor en 1970 y sirvió para clasificar las drogas en cinco categorías o listas diferentes. Estas listas clasifican las drogas en función de cómo pueden aplicarse médicamente, así como de su potencial adictivo.
La categoría más alta, o Lista I, incluye las drogas que se consideran más adictivas y con menor valor medicinal. En esta figuran la heroína, LSD, MDMA y cannabis. La categoría más baja, o Lista V, incluye sustancias como jarabes para la tos que contengan codeína.
En junio de 1971, Nixon había aumentado enormemente la financiación federal asignada a las agencias de control de drogas. Se aplicaron castigos más estrictos, como las penas de prisión obligatoria por delitos relacionados con drogas, y se fundó la Oficina de Acción Especial para la Prevención del Abuso de Drogas. En 1973, Nixon creó la Administración de Control de Drogas (DEA).
A lo largo de los años 80 y las presidencias de Ronald Reagan y George H.W. Bush, se siguió condenando el consumo de drogas y castigando a los delincuentes. La Ley de Control Integral del Crimen de Reagan, de 1984, puso fin eficazmente al consumo recreativo de cannabis e introdujo condenas mínimas obligatorias y confiscación de bienes civiles. De 1980 a 1984, el presupuesto operativo de las unidades de control de drogas del FBI aumentó de 8 millones a 95 millones de dólares.
La Oficina de Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP, por sus iniciales en inglés) se estableció en 1988 e introdujo una campaña antidroga nacional en los medios de difusión dirigida a los jóvenes en 1989. Con el apoyo de los presidentes Bush y Clinton, se introdujo la dirección de la ONDCP y luego se promovió a nivel ministerial. La financiación para este departamento llegó con la Ley de Tesorería y Créditos del Gobierno General de 1998.
ACCIONES EN PAÍSES EXTRANJEROS
Aunque Nixon afirmó limitar la participación de EE.UU. en conflictos extranjeros, el propio concepto de "Guerra contra las Drogas" sirvió como tapadera para las operaciones militares y paramilitares de Estados Unidos. Con la participación estadounidense en países extranjeros, bajo el pretexto de la guerra contra las drogas, se destinó gran cantidad de ayuda económica internacional, material, formación y tropas para influir en la política exterior y evitar las insurgencias de la izquierda.
La CIA también ha recibido críticas por su presunta relación con el tráfico de drogas. Se ha sugerido que esta agencia traficó con drogas desde principios de los años 60 hasta el siglo XXI. Estas acusaciones incluyen traficar con heroína en el Triángulo Dorado y manejar negocios de narcotráfico en México, Honduras, Nicaragua, Panamá y Venezuela.
REPERCUSIONES DE LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS
La Guerra contra las Drogas ha provocado daños irreparables en los Estados Unidos, tanto a nivel nacional como en cuanto a avances científicos.
EFECTOS SOCIOECONÓMICOS
El intento de Nixon de atacar ciertos sectores específicos de la sociedad ha provocado un gran desequilibrio socioeconómico. Esto continuó a lo largo de los años 90, donde las penas asociadas con las drogas afectaron desproporcionadamente a la comunidad negra, así como a los grupos sociales de rentas más bajas.
En EE.UU., las penas de prisión obligatoria han llevado al encarcelamiento y privación de derechos de un número creciente de jóvenes de color. Dependiendo del estado, esto puede llevar a la eliminación permanente del derecho de voto, oportunidades de educación, empleo y vivienda entre grupos que ya tienen escasa representación.
EFECTOS PARA LOS CONTRIBUYENTES
Un estudio realizado en 2008 por Jeffrey A. Miron (un economista de Harvard) afirma que, si cesara la Guerra contra las Drogas, Estados Unidos se ahorraría aproximadamente 41.300 millones de dólares. Comparando los costes de la actuación policial y la prisión, y los beneficios obtenidos de aplicar impuestos a las drogas legales, Miron concluyó que se podría alcanzar un aumento de 46.700 millones de dólares en recaudación fiscal.
EFECTOS PARA LOS CULTIVADORES
A nivel internacional, los intentos de Estados Unidos para evitar el consumo o la importación de drogas han tenido un gran impacto en la forma de subsistencia de los agricultores. Por ejemplo, en Sudamérica, la hoja de coca se ha utilizado tradicionalmente con fines espirituales, medicinales y nutricionales. Sin embargo, la política de erradicación de coca de EE.UU. fue aplicada por el ejército estadounidense sin ofrecer un cultivo alternativo a los agricultores. Esto ha dejado a los agricultores sin alimento, ingresos u oportunidades.
LA GUERRA CONTRA LAS DROGAS: ¿UN FRACASO ABSOLUTO?
La ineficacia de la prohibición de las drogas es indiscutible. Esta política ha tenido profundas repercusiones en muchas sociedades diferentes. De hecho, la prohibición ha tenido poco impacto en el suministro global de drogas, mientras que ha afectado negativamente a los derechos humanos, la seguridad internacional, el desarrollo nacional y la salud humana.
En pocas palabras: la guerra contra las drogas es un absoluto fracaso. No ofrece ninguna ventaja para la salud y la seguridad de la sociedad; en todo caso, las empeora.
Básicamente, este fracaso es el resultado de un enfoque inadecuado en el tratamiento de la adicción, así como del racismo. Al gastar la mayoría de recursos económicos en la aplicación de la ley y la represión, el gobierno federal no ha dedicado recursos a crear instalaciones para el tratamiento de la drogodependencia, ni se ha esforzado realmente para frenar el consumo de drogas.
Sin embargo, en Europa está empezando a volver el sentido común. Al centrarse en el consumo responsable de drogas y destacar los métodos de reducción de daños, pueden reducirse drásticamente los efectos negativos del consumo de drogas.
En Holanda, el consumo de drogas no se considera un problema legal. En lugar de priorizar la penalización, el gobierno holandés ha abierto centros donde los consumidores pueden drogarse en entornos limpios y seguros. El resultado es una menor tasa de mortalidad y una reducción en la propagación de virus, como el VIH y la hepatitis C. Países como Alemania, España, Canadá y Noruega han comenzado proyectos similares, lo que indica un cambio en nuestra percepción de las drogas.
En lugar de gastar miles de millones de dólares en una absurda represión, sin duda es el momento de pedir el fin de la Guerra contra las Drogas y, en su lugar, centrarse en fomentar un consumo responsable, consciente y pacífico.
- (n.d.). - https://cdn.penalreform.org
- (n.d.). Four Decades and Counting: The Continued Failure of the War on Drugs | Cato Institute - https://www.cato.org