¿Puede Realmente La Ketamina Considerarse Un Psicodélico?
La ketamina se clasifica cada vez más, como sustancia psicodélica. Pero, ¿a qué se debe? ¿Existen bases sólidas para esta agrupación? Vamos a ver los detalles al respecto. Compararemos la ketamina con los cuatro psicodélicos clásicos, para poder comprender si la ketamina es realmente un psicodélico.
El mundo está apreciando (de nuevo) el valor de las sustancias psicotrópicas, y el miedo que inspiraban en la imaginación popular está desapareciendo. A la vanguardia de este cambio están los psicodélicos, hasta el punto de que esta era se ha denominado el "renacimiento psicodélico".
Entre estas sustancias, la ketamina ha encontrado un lugar concreto en la era moderna. Pero, ¿es realmente un miembro de la familia psicodélica que se perdió hace mucho tiempo, o un miembro ajeno con pocas cosas en común con los psicodélicos de siempre? En este artículo, analizamos si la ketamina debería realmente identificarse como psicodélica.
¿Qué es un psicodélico?
Los psicodélicos suelen considerarse, con pequeñas excepciones, como un subgrupo de alucinógenos. Las sustancias psicodélicas comparten una serie de características que las distinguen de otras sustancias, y aunque muchas veces estos límites no se ven claros, son un grupo distinto de compuestos, tanto si se clasifican por mecanismo de acción como por sus efectos.
Primero veremos algunos antecedentes etimológicos. El término "psicodélico" fue acuñado en una conversación entre el psiquiatra Humphrey Osmond y el escritor Aldous Huxley. Tiene orígenes griegos y se traduce como algo parecido a "revelación de la mente" o "manifestación de la mente".
Tiene dos partes: psychḗ, que se refiere simplemente a "mente" o "alma", y dēleín, que significa "manifestar" o "revelar". Los psicodélicos recibieron esta denominación debido a su habilidad inusual de proporcionar al consumidor una lucidez y visión (más objetiva) de su propio mundo interior, permitiendo descubrir y observar partes de uno mismo que normalmente permanecen ocultas.
A continuación, veremos al detalle las principales características que suelen atribuirse a los psicodélicos:
- Actúan sobre los receptores de serotonina del cerebro
- Son seguros a nivel físico
- Crean una tolerancia rápida (lo que imposibilita la adicción física)
- Crean una tolerancia cruzada entre sí
- Provocan un subidón “alucinógeno”
- No causan un gran “bajón”
Pero como veremos en breve, la categoría tradicional de "psicodélicos" se ha vuelto menos precisa en los últimos años, y ahora hay otras sustancias que a veces se clasifican dentro del grupo de los psicodélicos clásicos, y que no se ajustan a muchos de los criterios anteriores. Una de ellas es la ketamina.
¿Qué es la ketamina?
La ketamina es un anestésico disociativo que se utiliza en medicina veterinaria y humana como analgésico y tranquilizante. Últimamente, se ha vuelto muy popular como posible alternativa para la depresión resistente al tratamiento (Lent, Arredondo, Pugh, Austin, 2019).
La ketamina fue creada en 1962, como derivado de la fenciclidina (PCP). Como mostraba menos propiedades alucinógenas, era más adecuada para el uso médico. Como anestésico, la ketamina preserva los reflejos respiratorios y de las vías respiratorias, estimula el corazón y aumenta la presión arterial, mientras que otros anestésicos muchas veces deprimen estas funciones, lo que puede ser fatal.
En dosis bajas, la ketamina provoca una leve disociación de la realidad y de uno mismo, e inhibe significativamente la cognición y el control motor, con efectos similares a los de estar muy ebrio. En dosis más altas, inhibe completamente el control motor y la disociación puede ser extrema, dando lugar a una sensación de vivir una experiencia cercana a la muerte, experiencias extracorporales y disolución de la realidad. En términos médicos, una persona en este estado está anestesiada, y en términos coloquiales, es una experiencia K-hole.
Curiosamente, incluso en dosis muy altas, algunas personas retienen cierto grado de experiencia consciente en este estado anestesiado de K-hole, y muchas veces se puede recordar algo. Esto es lo que incita a las personas a tomar ketamina de forma recreativa, incluso en dosis altamente inhibidoras.
¿Es la ketamina un psicodélico?
Hoy en día, especialmente en la psiquiatría contemporánea, la ketamina suele clasificarse como sustancia psicodélica. Pero, ¿en qué se parece a otros psicodélicos? ¿Debería realmente clasificarse como tal?
En la siguiente sección, veremos dónde encaja y no encaja la ketamina en la categoría psicodélica.
A nivel físico
A nivel físico, la ketamina y los psicodélicos clásicos (psilocibina, LSD, DMT, mescalina) son extremadamente diferentes en términos de estructura química, mecanismo de acción y efectos más amplios en el cuerpo.
Las propiedades físicas de los psicodélicos clásicos
Primero, vamos a analizar los psicodélicos clásicos. Aunque no ofrecemos una lista exhaustiva, la psilocibina, el LSD, el DMT y la mescalina pueden considerarse los cuatro psicodélicos clásicos. No solo producen efectos parecidos, sino que las cuatro sustancias también comparten muchas similitudes a nivel físico. Por ejemplo, la psilocibina, el DMT y la mescalina se producen de forma natural a partir del L-triptófano y se conocen como alcaloides de indol. El LSD tiene una química bastante diferente, pero interactúa con el cerebro de manera similar a los demás.
Estos cuatro psicodélicos clásicos parecen ejercer la mayoría de sus efectos a través de los receptores de serotonina del cerebro, trabajando en el grupo de receptores 5-HT. Cada sustancia afecta a diferentes receptores en diferentes proporciones, por ejemplo, la psilocibina se une más fácilmente a los receptores 5-HT2A, pero cada uno funciona de manera muy parecida.
Y luego, cuando han hecho su trabajo, todas estas sustancias producen estados cerebrales similares, con mayor actividad y conexión, mayores medidas de aleatoriedad y una reducción en la supervisión de la red de modo predeterminado (DMN), una zona del cerebro cuya función es vital en nuestro sentido del yo, lo que “filtra” la experiencia (Gattuso, 2023). En personas con depresión, se ha observado que la DMN está más activa de lo normal.
Por último, los psicodélicos clásicos tienen un perfil de seguridad extremadamente bueno, a pesar de lo que puedan hacer creer las campañas antidrogas. Un estudio sobre los efectos adversos de los cuatro psicodélicos mencionados previamente, en coautoría del famoso profesor David Nutt, mostró que muchos (pero no todos) de los peligros citados de estas sustancias parecían ser información errónea, y que estas opiniones pocas veces estaban basadas en pruebas científicas (Schlag y col., 2022).
De hecho, como los efectos de los psicodélicos están prácticamente limitados al cerebro, no pueden causar sobredosis, muerte ni ningún otro problema físico, aunque no está claro qué efectos pueden provocar en personas con problemas de salud mental subyacentes, como la esquizofrenia.
Además, los psicodélicos clásicos no pueden causar adicción. Debido a su mecanismo de acción, cualquier persona que los tome repetidamente desarrollará una tolerancia tan rápida que dejará de hacer efecto en pocos días. Esto no da la oportunidad de desarrollar una adicción. Es más, debido a la similitud en la forma en que funcionan estas sustancias, cualquiera de las cuatro causará tolerancia para todas las demás, posiblemente excluyendo el DMT.
Las propiedades físicas de la ketamina
La ketamina muestra un conjunto de características y efectos físicos casi completamente diferentes en comparación con los psicodélicos clásicos. Está formada por dos enantiómeros: esketamina y arketamina. El primero, también conocido como S-ketamina, es más eficaz como analgésico y anestésico, mientras que se cree que la R-ketamina tiene efectos antidepresivos más duraderos (Sachdeva, 2023).
En términos generales, la ketamina bloquea los receptores de N-metil-D-aspartato (NMDA) del cerebro, lo que provoca la activación de los receptores de ácido α-amino-3-hidroxi-5-metil-4-isoxazolpropiónico (receptores AMPA), que a su vez modula la vía de señalización para afectar la neurotransmisión en el sistema límbico. No hace falta decir que se trata de un mecanismo de acción muy diferente en comparación con los psicodélicos clásicos.
Además, mientras que los psicodélicos tienen muy pocos efectos físicos o interacciones farmacológicas peligrosas, la ketamina tiene efectos muy fuertes en el cuerpo (de lo contrario, no funcionaría como analgésico o anestésico) y puede causar sobredosis, insuficiencia cerebral y muerte en dosis muy elevadas o mezclada con otras sustancias, como el alcohol. Dicho esto, las muertes relacionadas con el uso indebido de ketamina siguen siendo relativamente bajas, con 238 registradas entre 1997 y 2019 en Inglaterra (Corkery, 2021). Aproximadamente, en el 80% de estas muertes estaban involucradas otras sustancias.
Aunque las posibilidades de muerte son bajas, la ketamina es adictiva y su consumo a largo plazo puede provocar una serie de problemas para la salud, además de los que normalmente se asocian a la adicción. Uno de los más reconocidos si se consume durante largos periodos, es que puede debilitar la vejiga y causar incontinencia.
Si se toma de forma irregular y sola, la ketamina es una sustancia relativamente segura. Pero cuando se toma de forma regular junto con otras sustancias, se vuelve mucho más peligrosa.
A nivel fenomenológico
A primera vista, la ketamina y los psicodélicos clásicos comparten similitudes en cuanto a sus efectos. Es decir, lo que hacen sentir. Sin embargo, estas similitudes tienden a disiparse cuando se analizan.
Los efectos de los psicodélicos clásicos
Incluso para quienes no los han tomado, los efectos visuales de los psicodélicos son bastante conocidos. Estas sustancias están asociadas a un aumento de la empatía, saturación del sonido y color, visiones/alucinaciones y un profundo pensamiento y perspicacia filosófica. Algunos consumidores incluso hablan de "experiencias místicas" cuando están bajo la influencia de estas sustancias.
Aunque los efectos de los psicodélicos clásicos son parecidos, cada sustancia tiene características propias. La mescalina y la psilocibina normalmente cambian las cualidades del mundo y aumentan las sensaciones de conexión con el mundo y los seres vivos, pero dejan al consumidor enraizado en algo parecido a la realidad normal. El LSD puede ser mucho más potente, causando verdaderas alucinaciones y dificultando el acceso a la realidad normal. Por último, el DMT, puede hacer que las personas viajen a otros universos, donde incluso pueden comunicarse con otros seres.
Aunque los psicodélicos alcaloides de indol (LSD, psilocibina, mescalina) son diferentes en algunos de sus efectos, suelen provocar sensaciones agradables y seguras, aunque también pueden provocar malas experiencias. El LSD muchas veces provoca esta sensación, pero puede ser más abrumador y aterrador.
Aunque estas sustancias son perfectamente capaces de provocar viajes introspectivos, también suelen fomentar la sensación de conexión con el universo externo, a menos que se consuman en dosis demasiado altas. Con los psicodélicos, las personas muchas veces conservan un fuerte sentido de conexión consigo mismas. En cambio, en dosis muy altas, una persona puede experimentar la muerte del ego, en cuyo caso siente una fuerte sensación de desapego de sí misma.
Los efectos de la ketamina
Los efectos de la ketamina podrían describirse como alucinógenos, pero esta experiencia se parece poco a la psicodélica. En dosis más bajas, el consumidor se siente ligeramente separado o disociado de sí mismo, de los demás y del mundo. Dicho esto, la ketamina puede potenciar ciertos estímulos, especialmente los sonidos (o la música). Aunque es un anestésico, en dosis más bajas también puede ejercer un efecto estimulante contrario, por lo que la ketamina suele consumirse como una sustancia de fiesta.
En dosis más altas, el consumidor pierde enseguida el control de su cuerpo y se disocia. Esto se caracteriza por la incapacidad de moverse correctamente y la dificultad para aferrarse a los pensamientos o permanecer consciente. Las personas que toman ketamina pueden mantenerse despiertas mientras se sienten en cierta medida inconscientes.
En dosis muy altas, se puede producir un estado de trance, donde el consumidor entra en otros mundos y tiene una serie de experiencias muy difíciles de explicar. Aunque las descripciones de estas experiencias pueden parecerse a las del DMT, suelen provocar sensaciones muy diferentes. Al igual que los psicodélicos, la ketamina en dosis muy altas puede ofrecer una visión muy curiosa de uno mismo.
Ketamina frente a psicodélicos: el nivel terapéutico
Quizás el aspecto en el que más se parecen la ketamina y los psicodélicos es en su método de consumo y en cómo se estudian en el mundo médico.
El potencial terapéutico de los psicodélicos clásicos
La investigación sobre los psicodélicos clásicos varía para cada sustancia, y las que más suelen estudiarse son la psilocibina (setas alucinógenas) y el LSD.
Ambas se muestran como grandes promesas de cara a una gran variedad de enfermedades mentales, en particular, la depresión resistente al tratamiento. Un importante estudio doble ciego mostró que una dosis única (25mg) de psilocibina había sido muy efectiva en relación con la depresión mayor (Goodwin, 2022). Sin embargo, este estudio también observó que el 77% de los participantes sufrieron dolores de cabeza, náuseas y mareos. No obstante, no se consideró que estos "efectos adversos" mitigaran los resultados.
Un estudio que analizó décadas de investigación sobre el LSD descubrió que podría tener un uso potencial en una serie de trastornos, desde la adicción hasta la depresión (Fuentes, 2020). Sin embargo, debido a la antigüedad de algunas de las investigaciones, es necesario repetir gran parte de los estudios para comprender mejor los datos.
Actualmente, fuera de la investigación clínica, los psicodélicos no suelen tener licencia para uso medicinal, por lo que la cantidad de personas que se someten a pruebas sigue siendo pequeña.
El potencial terapéutico de la ketamina
La ketamina es actualmente algo así como un niño prodigio en la psiquiatría. Algunos países tienen licencia de uso, y debido a que disponemos de una gran cantidad de pruebas que respaldan su eficacia, la ketamina se está volviendo cada vez más popular para tratar la depresión.
Por lo general, se usan dosis relativamente bajas, ya que se cree que aumenta los niveles de glutamato del cerebro. Se sabe que el glutamato afecta al estado de ánimo, y una de las principales teorías sugiere que este aumento es el que da a la ketamina sus propiedades antidepresivas. Las dosis se pueden administrar mediante spray nasal, inyección intravenosa, inyección intramuscular o mediante comprimidos. Son leves y no se acercan a inducir un estado disociativo. Generalmente, se administran en un hospital o clínica.
Se ha demostrado que una sola dosis es eficaz durante un periodo de hasta tres semanas, lo que significa que el tratamiento es recurrente y regular. Esto supone un posible riesgo, ya que el consumo regular de ketamina podría causar dependencia. En Londres, donde las clínicas privadas son las únicas que tienen licencia para recetar ketamina, ya hay informes de pacientes que se inscriben en varias clínicas para evitar el intervalo mínimo legal entre dosis.
Actualmente se desconocen los medios precisos mediante los cuales la ketamina podría afectar a la depresión, como suele pasar con los antidepresivos. Aun así, ¡esto no impide que los médicos sigan recetándolos!
¿Qué pasa con las microdosis?
Tanto la ketamina como los psicodélicos clásicos se pueden microdosificar, y se cree que proporcionan resultados similares. Dicho esto, hay muy pocas pruebas contundentes sobre si la microdosificación tiene realmente algún efecto, y hay quienes sugieren que los efectos informados podrían ser solo un placebo. En ausencia de estudios clínicos doble ciego, no podemos saberlo con certeza.
Algunos de los psicodélicos clásicos más populares para la microdosificación incluyen:
- LSD
- Psilocibina
- Mescalina
DMT
Del mismo modo, ahora, algunas personas toman microdosis de ketamina, y muchas de ellas indican efectos beneficiosos. En general, los efectos que busca la mayoría de los consumidores, tanto con las microdosis con psicodélicos clásicos o con ketamina, son los siguientes:
- Mejora de la concentración
- Mayor productividad
- Mayor creatividad
- Mejora general del bienestar
Ketamina y psicodélicos: ¿son lo mismo?
Entonces, ¿la ketamina es un psicodélico?
Ahora, mucha gente clasifica la ketamina como sustancia psicodélica, pero los motivos por los que lo hacen no son consistentes, en el mejor de los casos. Por lo general, esta fusión de categorías procede de la comunidad médica, que las agrupa juntas porque, aparentemente, son sustancias que se pueden consumir de forma recreativa y causan sensaciones "alucinógenas", aunque también se pueden usar como tratamientos novedosos para la depresión. No obstante, los ISRS también se usan para tratar la depresión y no se denominan psicodélicos.
Y, como se cree que la ketamina y los psicodélicos afectan a la depresión a través de diferentes mecanismos de acción, es difícil identificar qué es lo que las une en la misma categoría. Además, los psicodélicos parecen más efectivos en dosis altas, mientras que la ketamina es efectiva en dosis más bajas. En otras palabras, se cree que la experiencia psicodélica es crucial para su eficacia con respecto a ciertas enfermedades, mientras que con la ketamina, parece que no hay necesidad de experimentar los efectos psicotrópicos de la sustancia para sentir sus beneficios potenciales.
Dicho esto, si tomamos el significado de psicodélico (revelador de la mente) al pie de la letra, la ketamina podría denominarse como tal, dado que las dosis altas pueden proporcionar una visión inusual de nuestro mundo interior. Pero esto no es presumiblemente lo que la mayoría de la gente entiende cuando los agrupa.
En la mayoría de los otros aspectos, los psicodélicos y la ketamina parecen ser bastante distintos. Los psicodélicos clásicos son serotoninérgicos, no adictivos, tienen muy pocos efectos físicos y fomentan una sensación de empatía y conexión con el mundo. La ketamina no cuenta con ninguna de estas características.
Aunque estas sustancias pueden tener aplicaciones medicinales parecidas, esto no debería significar que haya que agruparlas todas juntas. Son sustancias distintas con efectos diferentes en su mayoría, y aunque se pueden usar de la misma manera, funcionan de manera muy diferente.
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