¿Estás pensando en cultivar marihuana pero no sabes por dónde empezar? La buena noticia es que, con una planificación y organización adecuadas, casi cualquier espacio de cultivo puede producir excelentes resultados.
Cultivar marihuana es un proceso gratificante que supone un reto. Si se hace bien, la recompensa hará que el esfuerzo haya merecido la pena. Pero, si se hace mal, podría parecer una pérdida de tiempo. Por lo tanto, para conseguir unos resultados buenos y satisfactorios, es fundamental que optimices tu cultivo. No hace falta disponer de un almacén para montar una plantación decente, ya que se pueden conseguir cosechas enormes en solo un metro cuadrado. Lo importante no es el espacio, sino cómo lo utilizas.
Esta guía abarca:
La mayoría no tenemos el lujo de disponer de un espacio enorme para cultivar hierba. Por lo que debemos apañarnos con lo que hay, que a menudo es un sitio muy pequeño. Pero con el sistema apropiado y un poco de atención y cuidados, es posible conseguir cosechas generosas en espacios pequeños.
Tradicionalmente, para cultivar marihuana se utilizan lámparas HPS de alta potencia. Estas potentes luces que emiten mucho calor son estupendas si dispones del espacio adecuado, pero, de lo contrario, son prácticamente inservibles. No solo suelen ser demasiado grandes para caber en el cultivo con comodidad, sino que además se calientan demasiado. En el mejor de los casos, quemarán tus plantas, y en el peor, provocarán un incendio.
Intenta usar lámparas LED o CFL. Estas luces pequeñas y frías son mucho más versátiles, por lo que caben en distintos espacios. Con la ayuda de espejos, se puede dirigir su luz en una sola dirección, lo que hará que el consumo de energía sea mucho más eficiente. Estas lámparas se recomiendan sobre todo para espacios de cultivo con un tamaño inferior a un metro cuadrado.
¿No tienes mucho espacio en el suelo? Prueba a cultivar hacia arriba. La mayoría de los cultivos cuentan con más espacio vertical que horizontal, por lo que merece la pena aprovechar cada centímetro. Muchos armarios de cultivo modernos facilitan el cultivo vertical, y muchas lámparas también son alargadas y finas, además de ofrecer un despliegue de luz de 360 grados que ilumina todo el espacio.
Si te preocupan los costes, puedes construir tu propio espacio de cultivo vertical, pero asegúrate de que sea lo suficientemente robusto como para soportar el peso de las plantas maduras. Lo último que necesitas es llegar a la floración y que todo se derrumbe.
El método mar de verde (SOG) es una técnica muy beneficiosa en muchos aspectos. No solo permite colocar un gran número de plantas en un espacio pequeño, sino que al maximizar la cantidad de luz que recibe cada planta, se consiguen unas cosechas mucho más abundantes por metro cuadrado.
En el método ScrOG se cultivan menos plantas, pero se entrenan con el fin de maximizar su producción. A medida que las plantas crecen, se van recortando y entrelazando con una malla metálica para garantizar la máxima captación de luz. A menudo las hojas inferiores se podan, ya que no reciben mucha luz.
Con los cultivos hidropónicos y aeropónicos te ahorrarás todo el lío de las macetas y el sustrato. Dado que las raíces simplemente están sumergidas en agua, o cuelgan en el aire y absorben una nebulización rica en fertilizantes, también ahorrarás mucho espacio.
Los inconvenientes son que su instalación puede ser bastante cara, y conlleva unos procesos más técnicos, lo que significa que tendrás que dedicar mucho más tiempo y esfuerzo a tu cultivo. No obstante, si quieres conseguir una cosecha abundante en poco espacio, esta podría ser la solución.
Elegir los recipientes que mejor se adapten a tu espacio puede influir en el resultado. Si utilizas macetas redondas, el hueco que queda entre ellas supondrá un montón de espacio vacío y, por lo tanto, desperdiciado.
Calcula el tamaño mínimo que deberán tener tus macetas y consigue unas de esa capacidad; si son más grandes, estarás desperdiciando espacio. De la misma forma, calcula la superficie del suelo y compra tiestos que se puedan colocar juntos, para aprovechar al máximo el espacio del que dispones.
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Otra solución sencilla pero determinante, es quizás uno de los factores más importantes. Algunas cepas alcanzan una altura de hasta 150cm en interior, mientras que otras pueden llegar solo a los 50cm. Como es lógico, si dispones de poco espacio, tendrás que investigar y optar por una variedad compacta.
Siempre que elijas la cepa adecuada, el tamaño pequeño no se traduce en una producción baja. Agradéceselo a los criadores de cannabis, porque saben cómo meter un montón de cogollos en una planta minúscula.
Si no tienes cuidado, tus plantas podrían estirarse cuando no deben. Aunque es normal que la mayoría de las cepas den un estirón al comienzo de la floración, en general querrás evitar que tus plantas experimenten este crecimiento repentino. Si no lo haces, podrían arruinar tu cultivo. Si crecen hasta la fuente de luz, o por encima de ella, las hojas superiores se quemarán, y bloquearán la luz para el resto. Si consigues que produzcan cogollos, serán pequeños y mediocres.
Afortunadamente, hay un par de cosas que puedes hacer para impedir que ocurra esto. En primer lugar, asegúrate de que las luces estén a la distancia adecuada de las plantas en todo momento. Si están demasiado lejos, las plantas tratarán de alcanzarlas y adquirirán una altura innecesaria. Asimismo, y aunque este artículo trata de colocar muchas plantas en un espacio pequeño, hay que recordar que cada planta necesita su propio espacio. Si están demasiado juntas, se bloquearán la luz entre sí, y crecerán de forma agresiva compitiendo por una iluminación escasa. ¡Dales suficiente espacio!
Si estos pasos no funcionan, siempre puedes podar y recortar tus plantas para mantenerlas compactas. Pero intenta no tener que llegar a ese extremo.
En un cultivo ocurren muchas cosas, y esto supone una gran cantidad de riesgos para la seguridad. El principal es el fuego, pero también hay otros. Algunos de los productos químicos pueden ser peligrosos, los niveles altos de radiación podrían ser perjudiciales para los ojos y la piel, y las condiciones ideales para cultivar marihuana también son un terreno muy propicio para el moho, las bacterias y los parásitos. Recuerda: ningún cultivo merece la pena si acaba afectando a tu salud.
Si tenemos en cuenta que habrá varios aparatos eléctricos funcionando constantemente y generando mucho calor en un espacio pequeño (además de, posiblemente, mucha agua), los riesgos son bastante obvios. Pero, con un poco de atención y cuidado, podrás reducir en gran medida las probabilidades de que se produzca un incendio.
Es posible que tu cultivo necesite mucha electricidad, pero no conectes todo a un solo enchufe a través de varios adaptadores. Las fuentes de energía y los cables domésticos no están pensados para conducir unos niveles de electricidad industriales, y se pueden sobrecalentar con mucha facilidad. Así que invierte en unos adaptadores adecuados con disyuntores incorporados, y no los sobrecargues.
Es conveniente elevar por encima del suelo todos los componentes eléctricos, así como el cableado. De esta forma, podrás distribuirlos mejor y mantenerlos más fríos. También significa que habrá muchas menos probabilidades de que caiga agua sobre el equipo; ya que esto podría generar un cortocircuito y provocar un incendio.
Además, al mantener el suelo despejado, reducirás el riesgo de tropezarte y hacerte daño. Aunque te parezca poco probable, imagina que después de dos meses te tropiezas y te caes encima de tus plantas justo cuando empiezan a florecer, llevándote por delante el armario de cultivo y todos los aparatos eléctricos. ¡No merece la pena arriesgarse!
Dado que los cultivos son una actividad continua, las herramientas que se utilizan están sometidas a una presión constante. Incluso si inviertes en material de cultivo de calidad, las cosas se pueden torcer. Especialmente si has montado algunos elementos tú mismo/a, es conveniente revisar todos los componentes de forma habitual para comprobar que no estén defectuosos. Un cable roto y un tubo con una fuga es una combinación terrible.
Un interruptor de circuito por falla a tierra podría salvarte la vida, y por eso es una inversión que merece la pena. Tiene un único fin: detectar fallas a tierra e interrumpir el circuito. Básicamente, si entra agua en el circuito, un GFCI (por sus siglas en inglés) lo interrumpirá, evitando que recibas una descarga eléctrica potencialmente letal.
Esto podría parecer obvio, pero nunca está de más insistir: mantén las fuentes de electricidad y agua lo más alejadas posible. Como regla general, asegúrate de que el agua esté por debajo de la electricidad.
Otra cosa que hay que tener en cuenta es que, durante ciertas fases, habrá mucha humedad en el cuarto de cultivo (es algo necesario), y podrá causar un goteo al condensarse el vapor de agua en el techo. Esto puede ser peligroso. Para evitarlo, mantén la humedad en el extremo inferior del rango ideal, y pasa un paño por el techo en caso necesario.
Mantén los objetos combustibles fuera del espacio de cultivo. Lo único que tiene que haber dentro es lo estrictamente necesario. ¡Nada más!
No dejes basura por ahí tirada, y tampoco tengas una papelera. Cada vez que te vayas, llévatelo todo contigo, excepto lo esencial. Y también procura que no haga demasiado calor, ya que eso podría aumenta las probabilidades de que se produzca un incendio. Además, a medida que tus plantas crezcan, un espacio lo más despejado posible te facilitará mucho la vida.
Mantén las luces lo más lejos posible de cualquier objeto. En un espacio pequeño será más difícil, por lo que es aconsejable optar por algún tipo de lámparas frías para empezar.
Piensa en una fuente de electricidad que ya esté funcionando a toda marcha, y sométela a una gran cantidad de calor externo; ya te imaginas lo que va a suceder. Utiliza el sentido común y, si es necesario, cambia las cosas de sitio para mantener un entorno fresco y seguro.
Si se produce un incendio, una puerta a prueba de fuego será tu salvación. Estas puertas hacen maravillas, y son capaces de contener un incendio dentro de una única habitación durante un plazo de tiempo bastante impresionante. Al invertir en una de estas puertas, tendrás tiempo más que suficiente para escapar (tanto tú como otras personas que estén en el edificio). Además, los bomberos también dispondrán de más tiempo para llegar y apagar el fuego antes de que destruya todo el edificio.
Sea cual sea tu situación, no evites llamar a los bomberos si es necesario. Que te descubran cultivando hierba nunca será peor que no hacer nada cuando se produce un incendio.
Esto podría parecer obvio, pero es algo muy fácil y muy efectivo. Una alarma contra incendios detecta el fuego cuando todavía es pequeño, y si tienes un extintor a mano (cosa que deberías), podrías tener tiempo de apagarlo y salvar la situación. Si no es así, te avisará con tiempo necesario para que tanto tú como el resto de la gente abandonéis el edificio. Asegúrate de que se pueda escuchar la alarma desde todas las partes del edificio, incluso con la puerta cerrada; de lo contrario, no será muy útil.
Un termostato regulado por calor podría parecer una solución sencilla para controlar la temperatura del cuarto de cultivo. Desafortunadamente, en caso de incendio, puede complicar aún más las cosas. Se acelerará intentando evacuar el aire del cuarto a medida que aumenta el calor. ¿El resultado? Introducirá unas cantidades enormes de oxígeno fresco dentro del espacio de cultivo, avivando el fuego y empeorando muchísimo la situación.
En primer lugar, es aconsejable contar con un plan de evacuación. Si se produce un incendio en tu espacio de cultivo, ¿qué zonas del edificio serán inaccesibles? Y, ¿cómo saldrás? Este es el dato más importante. Nunca tengas un espacio de cultivo que bloquee tu única salida.
En segundo lugar, ten un extintor a mano. Asegúrate de que no esté caducado y que esté en buenas condiciones, además de ser del tipo adecuado. Dado que lo más probable es que el incendio sea eléctrico, lo mejor es disponer de un extintor de CO₂. Ten también una linterna cerca. Con un poco de suerte, tu instalación funcionará bien y el incendio provocará un corte de electricidad inmediato. Como consecuencia, el cuarto estará muy oscuro, y podrás acabar con el fuego con ayuda de la linterna.
El fuego no es el único riesgo que amenaza tu espacio de cultivo. También puedes sufrir lesiones corporales. Los productos químicos, las luces potentes, y una habitación con muchos objetos presentan sus propios riesgos, y es importante identificarlos y tenerlos en cuenta.
Un suelo seco es un suelo feliz. Al mantener el suelo seco, evitarás resbalarte y hacerte daño, tanto a ti como a tu cultivo. Otro aspecto menos obvio es que un suelo mojado en un cuarto caliente y cerrado es el terreno ideal para que se desarrollen todo tipo de organismos. Al moho, las bacterias y los parásitos les encantan esas condiciones. Aunque algunos pueden ser simplemente molestos, otros podrían causar problemas graves de salud, tanto para ti como para tus plantas.
Un nivel alto de luces UVC, UVA y UVB puede dañar tus ojos. No las subestimes. Mientras que los rayos más perjudiciales del sol se filtran en la atmósfera superior de la Tierra, los cuartos de cultivo no ofrecen ese tipo de protección. Unas sencillas gafas de sol para jardinería podrían ahorrarte un montón de problemas. Asegúrate de comprar unas que estén especialmente diseñadas para luces de cultivo artificiales. Aunque podría ser muy tentador usar gafas de sol normales y corrientes, no filtran la luz UVC, y por lo tanto, no ofrecen una protección adecuada.
Las gafas, los guantes y la mascarilla son herramientas fundamentales. Dado que vas a trabajar en un espacio reducido con numerosos productos químicos potencialmente tóxicos, si no cuentas con la protección adecuada, los inhalarás, se meterán en tus ojos o te salpicarán sobre la piel. Muchos fertilizantes son corrosivos antes de diluirlos, al igual que los correctores de pH. No te confíes; una bocanada de la sustancia equivocada, y fumar podría dejar de ser un placer.
Mascarilla
Por si algo va mal, ten a tu alcance una solución salina (agua purificada) y un lavaojos. Si se te mete algo en los ojos, no tengas dudas. Elimínalo inmediatamente con un chorro de solución salina. Y repite el proceso varias veces por si acaso. Una vez que hayas tomado esta precaución inmediata, identifica la sustancia y sigue las instrucciones relativas a la asistencia médica adecuada.
Mientras que un lavado será suficiente para muchas personas, otras podrían necesitar intervención médica.
Es posible que te encante la marihuana y creas que no puede provocar ningún daño, pero una exposición constante podría irritar tu piel. Por eso, deberás ponerte guantes cuando trabajes con ella.
Un botiquín de primeros auxilios bien equipado puede ser muy práctico. Tanto si te cortas podando como si te quemas con una lámpara o te golpeas la cabeza en un espacio pequeño, te será muy útil. No des por hecho que no vas a sufrir un determinado tipo de accidente. Consigue un botiquín que esté bien surtido, y estarás en buenas manos.
No te dejes vencer por la pereza. Comprueba todo cada vez que te vayas para asegurarte de que no ocurra nada malo en tu ausencia. Pregúntate: ¿seguro que he cerrado los grifos? Es preferible echar un vistazo rápido que provocar una inundación o un incendio. ¡Comprueba todo dos veces!
Un espacio de cultivo sucio no es una opción adecuada. El material vegetal en descomposición, el agua estancada, y los rincones poco iluminados son el hogar ideal de numerosas plagas. Ya sean hongos, arañas o ácaros, un espacio de cultivo sucio supone un riesgo enorme para tus plantas. Si te tomas en serio el cultivo de marihuana, también debes tomarte en serio su limpieza. Limpiar entre cultivos no es suficiente, se necesita un mantenimiento habitual de todo el espacio.
Limpiar un cuarto de cultivo requiere de cierto esfuerzo, pero no es difícil. El tiempo que inviertes en ello compensa con creces todo el esfuerzo que supondría que tu cosecha fuera destruida por algún parásito.
Es fundamental comenzar con un espacio limpio. Si ya existe alguna plaga, tu cosecha estará condenada desde el principio. Hazte un favor y deja esa habitación reluciente. Merece la pena repasar cada superficie con un producto fuerte como la lejía, hasta que todo se convierta en el entorno más inhóspito del planeta.
No te relajes después de una buena limpieza. Haz un repaso todos los días. Si encuentras charcos pequeños de agua, pasa la fregona. Las hojas caídas y el material vegetal muerto son el terreno ideal para que se desarrollen las plagas. Retíralos de inmediato. Dale a todo una pasada general una vez al día para asegurarte de que tu espacio de cultivo se mantenga relativamente limpio.
Es conveniente limpiar a fondo entre cultivos. Limpia todo lo que haya en el cuarto, y desenchúfalo; no querrás que nada se moje. Si tienes un extractor, considera la posibilidad de dejarlo encendido para acabar con los vapores nocivos. Saca todos los utensilios portátiles (macetas, etc.), ponlos en remojo, y límpialos bien con lejía.
Haz lo mismo con todas las superficies del cuarto. Y con cada rincón y grieta, y cada costura del armario. Límpialo todo a fondo hasta que parezca nuevo y huela como si fuera tóxico. Asegúrate de que todos los productos de limpieza se hayan evaporado antes de empezar una cosecha nueva, y lleva ropa protectora adecuada mientras limpias.
Si has tenido la mala suerte de sufrir una infestación, y es algo que ocurre de vez en cuando independientemente del cuidado que tengas, deberás limpiar todo a fondo. Una vez que ciertas plagas se afianzan, pueden ser sumamente tenaces. No hace falta decir que tendrás que deshacerte de todos los materiales orgánicos (tierra, coco, etc.). También podría merecer la pena tirar las macetas y cosas por el estilo.
Para todo lo demás (el armario de cultivo, las luces, el sistema de ventilación, etc.), límpialo una y otra vez. No te olvides de las pequeñas grietas y hendiduras, ya que son el lugar perfecto para que se escondan las esporas hasta el próximo cultivo. La lejía o el agua oxigenada son suficientes para eliminar los parásitos. Después de limpiar, ventila bien el cuarto.
A continuación te proporcionamos unos sencillos consejos para mantener el cuarto de cultivo limpio desde la semilla hasta la cosecha. Aunque es muy importante comenzar con un espacio limpio, también lo es mantenerlo en ese estado de principio a fin. Cuando aparece una plaga, es muy difícil deshacerse de ella.
Puedes esforzarte tanto como quieras en mantener limpio el cuarto de cultivo, pero si traes la plaga del exterior, habrás limpiado en vano. Si es posible, ten a mano un cambio de ropa limpia para ponerte cuando vayas a entrar en el cuarto de cultivo. Cúbrete el pelo, y ponte unos guantes esterilizados si necesitas manipular algo.
Limpia siempre tus herramientas antes de usarlas. Si podas una planta con unas tijeras sucias, podrías hacer más daño que bien. Además, aunque acabes de estrenar tus macetas, dales una pasada con lejía rebajada para asegurarte de que estén lo más limpias posible
Organizar bien los recipientes ayuda a largo plazo. Este uso ordenado del espacio no solo aumenta la eficacia de la iluminación, sino que además da lugar a un entorno más limpio y organizado. Poner una bandeja debajo de los tiestos contribuye tanto al drenaje como a la limpieza.
No permitas que el agua se acumule, ya que es un criadero ideal para los patógenos, especialmente en entornos cálidos.
Una poda frecuente proporciona un beneficio doble. La eliminación del material muerto hace que las infestaciones sean menos probables, y una poda apropiada reduce la competición de las plantas y, en consecuencia, su estiramiento.
Si la capa superior del sustrato está dura, podría indicar un desequilibrio nutritivo. Comprueba la tierra cada pocos días para ver si la capa exterior se endurece. Esto impedirá que se produzca una aireación adecuada, lo que afectará a la salud del suelo y de la planta. El sustrato es el entorno en el que habita la parte más delicada de tu planta (el sistema radicular), así que mantenlo limpio y sano.
Barre y friega el suelo con frecuencia, para evitar tanto que tropieces como que se produzca una infestación o un incendio. Un barrido rápido te ahorrará muchos problemas más adelante y hará que tu cultivo tenga un aspecto más profesional.
Limpia estos sistemas con frecuencia. Los tubos y bombas bloqueados impiden que pase suficiente agua, y pueden ser un terreno ideal para la aparición de plagas. El polvo también se puede acumular en el sistema de ventilación y bloquearlo. Llevar a cabo comprobaciones periódicas y limpiar con frecuencia los componentes del cultivo, es fundamental para conseguir cosechas seguras y exitosas.
En la actualidad, todos queremos contribuir a proteger el medioambiente. El cultivo de marihuana es una actividad que consume muchos recursos y energía, pero hay ciertas cosas que podemos hacer para que este proceso sea más ecológico
Los LED consumen bastante menos energía que las demás alternativas; por lo que, si quieres reducir la huella de carbono de tu cultivo, es la mejor forma de proceder. También son beneficiosos para ti, ya que al consumir menos energía resultan más baratos, y la baja emisión de calor significa que tu plantación será más segura y discreta.
Esta tecnología de combinación de energía eléctrica y térmica atrapa el calor que emiten los componentes de un cultivo y lo utiliza para hacer cosas como calentar el agua. Aunque su instalación puede ser cara, en unos años se amortiza en forma de energía ahorrada, y el resto es dinero gratuito.
Un sistema de IA automatizado puede regularlo todo, desde la iluminación hasta la humedad. De esta forma, solo se utiliza la cantidad necesaria de energía, y ni un vatio más. Esto no solo beneficia al medioambiente, sino que, al controlar tu espacio de cultivo a un nivel tan preciso, tus plantas también disfrutarán del mejor entorno para crecer, lo que se traduce en cosechas más grandes y mejores.
El aprovechamiento de la luz natural te ahorra dinero y es más ecológico. Si puedes apagar las luces y ofrecer a tus plantas una buena dosis de luz solar durante el día, estarás beneficiando tanto a tu marihuana como al planeta.
Un sistema de energía renovable es mucho más ecológico. Si te lo puedes permitir, merece la pena instalarlo en tu propiedad, y con el tiempo, la energía será gratuita. De lo contrario, cada vez hay más proveedores que ofrecen energía de fuentes renovables, y suelen ser más baratos. Tanto si cultivas marihuana como si no, pasarte a la energía verde es una opción estupenda.
Usa las estaciones a tu favor. Durante el invierno y el otoño, no utilices un sistema de aire acondicionado que consuma demasiada energía para enfriar el cuarto de cultivo. Simplemente bombea el aire fresco del exterior. Si decides hacer esto, podría ser interesante invertir en un filtro, para evitar introducir plagas.
Al optimizar adecuadamente el flujo de aire de tu cultivo, harás que sea mucho más eficiente, ya que mantendrá el cuarto más fresco, evitará que se agote el CO₂, y regulará la humedad. Todo esto significa que el resto de los componentes tendrán que trabajar menos, y como consecuencia, consumirán menos energía.
Aprovecha al máximo el agua. Si dispones de un lugar para almacenar agua, hazlo, y utiliza agua de lluvia siempre que puedas.
Con ayuda de la desalinización y la ósmosis inversa podrás reutilizar el agua de tu cultivo. No desperdicies el agua que se acumula en la bandeja de debajo de las macetas. Si te organizas bien, podrás utilizar el agua de tu cultivo de forma eficiente.
A pesar de ser sustancias orgánicas, la lana de roca, la turba y la arcilla no son nada ecológicas, ya que son difíciles de reutilizar y su obtención requiere de una gran cantidad de energía. Existen alternativas más ecológicas que funcionan igual de bien, o incluso mejor.
En su lugar, utiliza fibra de cáñamo o fibra de coco. Estas sustancias no solo se pueden reutilizar, sino que además, si se desechan, se biodegradan sin contaminar. Además, ¿a que suena bien cultivar hierba en un sustrato de hierba?
Cuando realices podas y topping, ten en cuenta los residuos. No los tires a la basura. Siempre que sea posible, coloca todos los desechos orgánicos en un contenedor de compost para que puedan volver al suelo y alimentar otras plantas algún día.
Con el resto de los residuos, como los de plástico, comprueba si son reciclables. Si lo son, moléstate en reciclarlos. Te sentirás mejor por ello cuando fumes tu primer porro.
La elaboración y compra de fertilizantes y pesticidas ecológicos reducen el impacto ambiental del cultivo. Dado que se evacúan por el desagüe y llegan al sistema de alcantarillado y al resto del mundo, el planeta te agradecerá que uses alternativas ecológicas.
Si alguien te dice que cultivar marihuana es fácil, miente. Aunque algunas plantas robustas crecen con muy pocos cuidados, para conseguir buenos resultados hay que esforzarse. Pero no dejes que esto te desanime; cada gota de sudor que derrames durante el proceso hará que las primeras caladas te sepan incluso mejor. ¡No hay nada como la satisfacción que produce un buen cultivo!
Los consejos anteriores te serán muy útiles para conseguir una cosecha excelente. Si utilizas bien el espacio que tienes a tu disposición, podrás conseguir que incluso un armario pequeño produzca un montón de cogollos. Pero, hagas lo que hagas, asegúrate de hacerlo de forma segura, porque si algo sale mal, todo ese esfuerzo habrá sido en vano, y podrías encontrarte en una situación mucho peor que antes de empezar.
Pero, ante todo, diviértete. Cultivar marihuana puede ser un placer de principio a fin (quizás con algunas fases frustrantes en medio, eso sí).
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